La brevedad de la vida
1El hombre nacido de mujer es corto de días y lleno de perturbaciones. 2Brota como una flor, pero es cortado. Pasa como una sombra y desaparece. 3¿Y sobre éste abres tus ojos y lo llevas a juicio contigo? 4¿Quién limpiará lo impuro? ¡Nadie! 5Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses depende de Ti. Tú le fijaste sus límites, de los cuales no pasará. 6Aparta de él tu mirada y que descanse hasta que complete su día como un jornalero.
7Porque para el árbol hay esperanza: Si es cortado, retoñará, y sus ramas no cesarán. 8Aunque debajo de la tierra esté muerto su tronco, y en la tierra envejezca su raíz, 9al recibir el agua reverdecerá, y echará ramas como una planta. 10Pero el hombre muere, y queda tendido. Expira el hombre, ¿y dónde está? 11Como las aguas se van al mar, y un río se agota y se seca, 12así el hombre queda tendido y no se levantará. Hasta que no haya cielo, no será despertado, ni lo levantarán de su sueño.
13¡Ojalá me escondas en el Seol mientras se aplaca tu ira, y me fijes un plazo y te acuerdes de mí! 14Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi lucha y servicio esperaré hasta que llegue mi liberación. 15Entonces llamarás y yo te responderé. Tendrás afecto a la hechura de tus manos. 16Porque ahora me cuentas los pasos y no das tregua a mi pecado. 17Tienes mi transgresión sellada en un saco. Tú cubres mi iniquidad.
18Pero la montaña cae y se desmorona. Las rocas cambian de lugar. 19Las piedras se desgastan con el agua impetuosa que se lleva el polvo de la tierra. Así destruyes la esperanza del hombre. 20Prevaleces para siempre contra él, y él se va. Desfiguras su rostro y lo despides. 21Sus hijos obtendrán honores, pero él no lo sabrá. Si son humillados, no lo percibirá. 22Pero su carne sobre él siente el tormento, y su alma gime por él.